23 de noviembre de 2011

Hermano Caín


Una piedra más.
Y he sido yo.
O mi puño,
el que llevó la carga,
quien dirigió el proyectil
a la espalda exhausta:

Con sólo atisbar a la piedra,
imaginarla en mi mano,
aborrecer al pecador,
pensar en la sentencia,
saborearla en mi lengua,
calcular la distancia,
meditar la trayectoria,
mirar el roce entre piedra y cuerpo,
espiar al hombre que se desploma.

He sido yo siempre el culpable,
desde el primer pecado.