24 de agosto de 2011

FIN

Hay lugares de frío
—esta mañana lo  he descubierto—.
Lugares del frío,
no de cristal o viento:
de azul colándose entre
los cabellos del que
traspasa el umbral.

Para poder entrar en ellos,
basta un hoyo negro
                 en el pecho
y resequedad en la piel.

Hoy, abandonada,
y tiritando,
he hallado por fin
el perfecto lugar
                    de frío

donde extinguir mis parcas
                         llamas.